Foto: José M. Siere |
En muchas ocasiones, una calle no sólo es un camino urbanizado de una ciudad. Para el viajero se llega a convertir en el más rico atlas de vivencias sobre aquel lugar que se desea conocer.
En la periferia noroeste de Katmandú se encuentra la Estupa de Boudhanath, nombrada en 1979 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Sencillos y vivos colores impregnando oraciones al viento sujetas en artesanos cordeles nos recuerdan que todos somos engranajes de un mismo alma. Bajo el Mantra " Om mani padme hum" nos enseñaron que todo es relativo, que las cosas sólo tienen la importancia que les queremos otorgar. Libera tu mente, no estas allí para recordar quién eres o en quién te has convertido. Aprendimos que el tiempo es sólo cuestión de un caprichoso reloj y, que si existe, es solo para recordarnos constantemente que tenemos algo que hacer más tarde.
Ahora no hay prisas, hemos guardado nuestro tiempo en las mochilas que cargamos a las espaldas...
Nuestra mochila con encuentros |
Niños con uniformes de colegio juegan inocentemente a tu alrededor, mayores con presentes tradiciones rotan los molinillos que renovarán su fé...Todo queda envuelto bajo un manto de calma, de aire clandestinamente puro que se cuela por los poros de cada uno de nuestros sentidos.
Caminamos luego por las calles que rodearon a la misticidad y nos encontramos de cara con aquel extraño personaje de corta estatura y arropado con sus atuendos y murmullos de oración que me hacen confirmar que, aquí..." todo esta bien", que cada uno somos lo que debemos buscar, sin importar como realizar los pasos de su encuentro.
Una mochila en su rincón |
Aquella mañana y tarde, los rojos colores de un perseguido Tibet en Nepal me hicieron valorar como simple ser, el alto precio que algunos tuvieron que pagar al tener que exiliar su alma de aquel lugar al que aún esperan volver para recuperar su corazón.
"Om Mani Padme Hum... " Cada sílaba un Mantra,una purificación del alma,una nueva sabiduria...