Una historia más entre dos...

Aquella tarde Matías se tuvo que quedar hasta tarde en la oficina, su jefe le había encargado terminar unos proyectos con la típica frase :
-" Los quiero para ayer..."-´.
No hubiese sucedido nada si no fuera porque aquel día, seguramente iba a ser el último en el que vería a la que hasta entonces era su amor platónico, aquella muchacha que trabajaba en esa pequeña tienda donde una mañana entró para buscar algún detalle de aniversario para la mujer del jefe.
Este, llevaba más de veinte años casado y su pereza en el amor era tan notable que simplemente mandaba a cualquiera de sus empleados a buscar los más sugerentes y originales regalos con los que sorprender a su mujer cada año y luego por supuesto llevarse los premios de aquellas caricias con las que ella le recompensaba por la fascinante imaginación y preocupación que mostraba a la hora de preocuparse de encontrar justamente lo adecuado para tal fecha tan señalada...
Así que Matías esa mañana cruzó a la acera situada frente a su oficina, su jefe le había interrumpido su desayuno, así que como inocente venganza había decidido no preocuparse mucho del encargo y decidió recorrer la callejuela larga que vió momentos antes desde el ventanal de la cafetería de la empresa, tardar un par de horas para perderse y disimular y presentarse con algo lo suficientemente raro como para dejar sin habla a la otra desconocida...( lo cual no significaría que fueses un detalle precioso).
Foto: José M.Sieres
Andó varios metros hasta que justo entre una oficina de correos y la pastelería del barrio, observó tras un estrecho y reluciente cristal, los mil y un objetos amontonados en un más que cuestionable orden...Allí se encontraba una vieja noria con un diminuto muñeco de papanoel sujetando una botella de cocacola diminuta, una montaña de barro pintada con bolitas de nieve y trineos con niños de colores estruendosos y más estruendosos mofletes pintados, una bola del mundo que al abrirla era un servidor de whiski y entre todo esto...Una lámpara de lava...Sin duda había dado con el sitio que buscaba...
Entró en la tiendecita de color crema, sonó la típica campanilla que tiene que sonar en toda tiendecita envejecida colocada sobre el marco de la misma y a lo largo de su infinito y estrecho pasillo fue esquivando batallones de soldaditos de plomo, cochecitos de cuerda y pinturas metalizadas y tras ser atropellado por el trenecito de las 11:45 situado entre sus piernas esquivó la esquina de columna redondeada que daba paso a un nuevo pasillo y dió con ella...
Ana, se llamaba aquella muchacha que se había vuelto hacia él tras el jaleo que había montado en tan solo unos pocos segundos...
- ¡ Ey,ey! Cuidado hombre que me va a destrozar la tienda...-
-Yo estoy bien gracias...-Le respondió nuestro amigo.
-Bueno, usted tenga un poco de cuidado y ya está...que una pierna se puede reparar más facilmente que estos objetos...
Matías hizo una rápida inspección ocular a todo aquello porque no entendía qué podría tener tanto valor allí...
-Perdone, buscaba algo...-recalcó ella.
-Pues la verdad es que sí, pero no sé exactamente el qué. Verás, vengo a comprar algo para la mujer de otro. Algo que sea realmente diferente al resto y que parezca que su marido se lo regala con todo el amor del mundo...
Por un momento Ana se quedó...luego, su sonrisa fue...Y finalmente sus gestos sacudiendo cabeza y aspeando brazos ya...
Sí ,Matías también se quedó tras ver aquella exhibición gestual de Ana igual que ella y lo malo que en ese momento , en esa risa interior que sentía desde lo mas interior del mundo, sus ojos sintieron que se había había enamorado...
Ella le dijo...-Pues mire, lo siento, aquí no tenemos ese tipo de ridiculeces, pero seguro que si sigue calle abajo encontrará lo que busca, si gira a la derecha según termina por aquí hay una joyería de pedruscos impresionantes y frente una relojería de otras marcas de precios innombrables...
-Mire...
-Matías, me llamo Matias...
Muy bien...esto es una tienda de antigüedades, un almacén de recuerdos y precisamente lo que usted busca aquí no lo va a encontrar...
Ana lo que no sabía en ese momento es que no sólo vendía recuerdos ,sino que en ese momento también le había vendido un joven sueño a Matías...

(To be continueeeeee,prontito....)

II.

Matías hizo caso a la jóven de la tienda, salió por la puerta y se dirigió calle abajo hacia la joyería que ella le había indicado,donde compró un hortero broche de oro y carísimos cristalitos y se lo llevó a su jefe.
A la mañana siguiente, a la hora del desayuno, mientras tomaba café con los compañeros, le vino a la memoria la primera imagen del rostro de Ana cuando se giró hacia él después del escándalo que había montado al entrar en su tienda…
Recordó la torpe sensación que tuvo que darle al tropezar con todo lo que se le había puesto en su camino…
No es que le gustase aquella chica, ni fijado en ella, pero tampoco podía dejar que la única vez que lo viera se llevara tan absurda impresión…
Ya entrada la tarde-noche, sobre las siete de la tarde, tras salir de la oficina, volvió a pasar por la tienda y mientras se hacia el interesado por algún artículo del escaparate ( la lámpara de lava, por ejemplo),miraba fijamente hacia el fondo del pasillo , donde se encontraba un mostrador con una vieja máquina registradora...Y allí estaba ella...Llevaba el pelo recogido y su blanca piel resaltaba sobre la rebeca negra que llevaba puesta...
Allí estaba, recluida en su tiempo,en aquél apéndice del presente, intentando sacar cada día aquel rincón de recuerdos e historias que un día fueron propias de algún particular...
Es cuando Ana terminó de atender a un cliente y miró de nuevo a la extraña figura que llevaba un cuarto de hora mirando el escaparate desde la calle...Matías, se dió cuenta que le observaba:
-¡ Claro !- pensó...- ¡Sé que me está mirando porque yo también la miro a ella..!.-
Así que volvió a la mirada de interés hacia...La lámpara de lava...
Ana se dirigió a la puerta, Matías se hizo el despistado sin retirar la vista del escaparate y el rabillo del ojo izquierdo de la puerta de la tienda esperando de un momento a otro verla salir...
-Hola de nuevo-
-Hola, respondió Matías.-
- Perdona...Veo que llevas un buen rato mirando mi escaparáte...¿ Puedo ayudarte en algo?,¿ Te interesa algo de lo que ves...?
Menuda pregunta...
-¡Umm..! Bueno no en concreto ...Bueno sí , estaba mirando la lámpara.-
-¿ Te gusta?.-
-Bueno...Es...digamos interesante, curiosa, bolitas de aceite hacia arriba...Ummmm. ¿ Cuánto cuesta?-
Ana sonreía al ver cómo Matías soltaba frases tan cortas y ridículas:
- Lo siento , pero la lámpara de lavas no se vende, si quiere alguna otra cosa estaré dentro,ciao...!
Y se fue hacia el interior...
Pero esta vez, Matías no se quedó cortado y entró tras ella:
- ¡Espera!,Me los llevo, me llevo los dos batallones de soldaditos de plomo a los que ayer ataqué por sorpresa, el cochecito de cuerda y pintura metalizada que maltraté y apunto estuve de pisar y el trenecito de las 11:45 que se empeñó en cavar un tunel en la planta de mi pie derecho...Me llevo todo, todos esos recuerdos...

III

...Me llevo todos los recuerdos..-
Sucede a veces, que en una milésima de segundo, el ser humano bloquea el sentido de la razón para salvar el corazón...
Ella quedó impactada por aquellas frases tan directas y repentinas; por primera vez en los fugaces minutos de tan extraña relación , no supo como actuar,sin duda ,aquello era toda una declaración de intenciones...
- Quiero comprar todos aquellos objetos que hicieron que ayer te volvieras hacia mí, que me mirases-.
Repitió nuevamente sin poder retirar su mirada de aquel jóven rostro.
- Sé que las cosas no se deben hacer así,que ahora mismo simplemente no sabes por qué el tiempo se ha congelado quedándote pegada junto a tu caja registradora. No sabes ni quien soy, ni por qué hago esto...no lo sabes,yo tampoco...Pero ¿ quieres tomar un café?, dame alguna excusa o motivo para poder comenzar...para que una mesa y dos sillas de un bar me haga entender el por qué necesito seguir mirándote durante una tarde.-
Una tienda de antiguedades, una campanilla que anuncia la entrada de clientes por la puerta, un pasillo se convierte en testigo principal y casual de sus historia.
Foto: Jose M. Sieres
Un momento nada común donde ella dijo: Ana.
-Me llamo Ana- Aunque poco más dijo.
- Hola Ana.¿Me dejas invitarte a ese café?.No hace falta ir muy lejos y si aceptas te prometo que no vendré cada tarde a reclamarte en forma de botín aquella respuesta que libere a todo el batallón de infantería que hoy me llevaré secuestrado de tu pequeña tienda.
Una tienda de antiguedades, una camapanilla que sonó en la tarde para darle un sentido al tiempo y al espacio...a la necesidad de no ver en ocasiones que un simple momento es lo único que necesitamos para enamorarnos...Aún sin saber por qué, dirigiendo al suelo la vista, y con las manos sin saber que hacer con ellas, nerviosa, Ana fué tras su mostrador, cogió la rebeca, que Matías recordaba en la mañana, y pasó junto a él en el pasillo diciendo...
- ¡ Vamos!¡No, no digas nada, porque no se que decir más...!¡Vamos...!
Un café, una tarde, el hueco en el que ambos encontraron el principio de su propia historia...

IV.

-Café sólo con uno de sacarina por favor- pidió Ana al camarero.
Matías era más clásico y se apuntó a su quinto café con leche de la tarde.
Ambos se obligaron en un principio a encontrar puntos en común de lo que hablar , de historias y anécdotas que arrancaran sonrisas al otro y que diese la buena sensación que merecía el momento. Intentaron evitar por todos los medios aquellas típicas preguntas como…¿ A qué te dedicas…? ¿ De dónde eres…? , ¿tienes hermanos?..., ¿estás casado…? Al fin y al cabo, la tarde llevaba siendo surrealista desde que ambos fueron atropellados por tan delirante situación.
Llegó la noche, Ana miró su reloj y se despidieron en la puerta de aquel café…Matías se quedó mirando como aquella extraordinaria y frágil figura desaparecía por aquella calle cuesta abajo.
- Una de las mejores tardes de martes…- pensó Matías.
Miércoles café , sacarina y leche, jueves merienda de chocolate con churros y el sábado galletas con café para el desayuno en casa de Ana…el domingo no salieron de aquel parque en el que se convirtió la habitación de Matías...
Ella se despidió con una caricia en la cama, con un :- ¡No, no te levantes! Has de recoger todas las hojas que han caído de los árboles...
Y él, ¿ qué contestar ante aquella poderosa mujer?,convencido de que sus palabras o gestos no servirían para nada ,simplemente se dedicó a pasar su brazo sobre las arrugas de la sábana y esperar a verla al lunes siguiente mientras en su cabeza oía aquella canción...



V.

Y cayeron las tardes de los lunes y martes, las despedidas por las mañanas de miércoles y jueves y los besos y caricias de los viernes, sábados y domingos...
Una noche, después de que la ténue luz de una vela y varias copas de vino hicieran su trabajo y tras encontrarse ambos en la salida de un túnel de tren creado bajo el edredón, Ana, mirando a los ojos de Matías, pensaba si era posible que pudiera existir el amor eterno e indisoluble, el sentimiento perpetuo que sobrevive a cualquier inclemencia temporal y distante...
- Tengo que decirte algo Matías- Aclaraba ella mientras con sus dedos recorría la palma de la mano izquierda abierta de él...
- Me marcho-.
De seguida Matías notó que en aquel frágil tono de voz e inexplicable mirada compasiva no iba un: " me marcho" de mañana quedamos a la misma hora...
-.¿ Sabes?. Tienes todo el derecho a preguntarme el por qué digo esto de pronto, el qué pasó...Pero no lo hagas...simplemente no hagas eso...Es algo que debo de hacer y una decisión a la que adjudiqué fecha antes de conocernos costándome mucho iniciarla-.
Foto: José M. Sieres
Y Matías ¿ Qué hacer?¿Qué decir? ¿ Cómo actuar...?.Se levantó y fué hacia el cristal de la ventana...La noche estaba tranquila,las luces de la ciudad creaban a su alrededor un extenso manto de colores sobre los que sus inquietos labios no atinaban a encontrarse.
Ana, levantándose de la cama se dirigió hacia él, Matías mientras ella le abrazaba , miraba su rostro reflejado en el cristal ...Aún sin mediar palabras, no entendía muy bien aquella expresión que Ana dejaba entre ver...Entre los cálidos colores de la ciudad se dibujaba una relajada sonrisa y notaba en sus hombros las leves caricias que los dedos de ella iba dejando en el camino de su espalda.
- ¿ Crees en el amor Matías?- En aquel que es capaz de nacer en unos pocos segundos y llegar a convertirse en la esencia que da respuesta a nuestra vida...? Porque tú me lo has dado y estoy feliz por haberlo conocido a tu lado.-Durante unos segundos todo quedó en silencio...
-Mañana será el último día que si lo deseas nos veremos, tomaremos café, si así lo quieres donde la primera vez y comeremos churros como los de siempre y luego la noche dictará sobre presente y pasado de nuestras vidas..-.
Matías se volvió hacia ella, sus ojos se perdían una y otra vez en el camino que iba desde la comisura de sus labios hasta las muecas que provocaban los constantes parpadeos de Ana. Aún sin palabras se dirigió al aseo para refrescarse la cara y poder reaccionar ante tal situación y mientras que se secaba la cara con la toalla mirándose en el espejo , oyó la puerta de su casa, se asomó a su alcoba , pero ya estaba vacía...
A la mañana siguiente, se levantó con la firme decisión de ir tras el trabajo a la pequeña tienda, le ayudaría a cerrar y después tendría el impreciso tiempo de un café para convencerla de que quizá el destino podría tomar nuevos rumbos, pero entonces...
Aquella tarde Matías se tuvo que quedar hasta tarde en la oficina, su jefe le había encargado terminar unos proyectos con la típica frase :
-" Los quiero para ayer..."-´...
Seguramente iba a ser el último en el que vería a la que hasta entonces era su amor ahora ya platónico, aquella muchacha que trabajaba en esa pequeña tienda donde una mañana entró para buscar algún detalle de aniversario para la mujer del jefe...
Finalizado el proyecto y entregado fue rápidamente hacia el lugar donde la conoció, pero ya las llaves estaban echadas, se dirigió entonces al café donde rieron por primera vez pero ella no estaba.
Así acabó su día,con el tintero lleno de pensamientos y palabras,con promesas a realizar en nuevos apartados de su vida...
A la mañana siguiente, el café que tomaba con los compañeros sabia nuevamente igual de amargo y la tostada perecía más quemada que otros días. Al volver a su despacho, alguien le había dejado junto al ordenador un extraño paquete...Al romper el envoltorio se encontro con una " lámpara de lava", la misma con la que se mostró tan torpe aquella tarde; y colgada, con una fina cuerdecilla de ella, una tarjeta en la que Ana había dejado escrito:
Porque en ocasiones algo absurdo y sin sentido puede darnos respuesta a nuestros mayores deseos...Y lo que se siente debe ser eterno.






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